jueves, 15 de agosto de 2013

Un rayo ha roto el mar, lo ha partido en dos

¿Has visto alguna vez una tormenta eléctrica en alta mar? Desde la orilla, claro. Los relámpagos iluminan todo el cielo, siendo la envidia de las pocas estrellas que las gruesas nubes no esconden.

Luces, truenos. El noir desaparece durante unos segundos y el agua tiembla, inquieta. La marea sube y baha, indecisa. Y mientras, en el cielo, una fiesta caótica que es una de las mayures bellezas naturales. Desastre natural, lo llaman. La belleza del caos, la histeria. El miedo.

Es verdad que las tormentas son preciosas si se observan como sirena desde la arena. Pero no quisiera ser Ulises en ese mar. Quizás por eso un día me enamoré de un marinero. Porque llevaba la tormenta marítima en la sangre. El bello caos se reflejaba en su alma...