lunes, 30 de enero de 2012

need un montón.

Qanción (desorden)

     

¿Qué es amar?
Sentimiento. Emoción.
Ira, desenfreno, pasión.
Ternura, rechazo. Gritar
Sin voz.

Me pierdo en tus ojos
Diría la Neruda
Que hay dentro de mí.
Pero soy más testaruda,
Me escondo y
Huyo siempre de ti.

Tengo miedo de tu
Mirada clara y negra
De deshacer este
Fuerte corazón de piedra.
De la idea de soñar
Con tus labios
Del concepto de amar
Y derretirme en tu hielo


La canción es desordenada
Porque desequilibrada está
Mi frágil mente.
Caos, chica atormentada
Eterna, vacía, efusiva,
    -Creo que
Te quiero desenfrenadamente.

Y te saboreo en el mar
Que siempre está
Y te oigo en la sal
Que nunca es
Y te huelo en la ola
Que alguna vez
Sólo alguna vez
Amó a quien pertenece


 

lunes, 23 de enero de 2012

Take him by the hand

          
Hace sol, pero mi ventana está casi opaca de tanta nieve que la cubre. Me estiro en la cama, siguiendo ese pequeño ritual tan típico cuando llego a casa. Me pongo los auriculares con la esperanza de perderme. Y pronto la música invade mis oídos. Siento la tormenta en mi cabeza. Llueve... Y una voz masculinamente sensual canta, riders on the storm... Si cierro los ojos estoy en otro lugar. Algún rincón perdido de un espeso bosque vestido de tonos otoñales. Mis manos están frías y mis pies descalzos ya ni sienten las hojas empapadas que pisan, pero la lluvia es tan cálida... Llego sin andar a un riachuelo que baila al ritmo de la canción que me evade. Al otro lado hay un lobo con unos ojos de un color que no sabría descifrar. Y me hipnotiza esa mirada que, de repente, se vuelve humana. Y de repente, me atrapa tanto que me hallo en un lugar oscuro donde sólo veo mi cara, con el rímmel corrido por las mejillas, reflejado en esa mirada... Mi rostro se transforma jugando con las curvas de mis labios y se convierte en exóticas curvas que juegan a parecerse a una guitarra, como la que oigo y me deja sin aliento. Hablo, ¿quién eres? Y no contestan los ojos de misterio. ¿Ha sonado a caso mi voz? 

Abro los ojos y el día se ha convertido en noche. Mi habitación es un antro de sombras y penumbras. Cierro fuerte los ojos y los abro de nuevo. Y veo la sombra de un chico. Cierro y abro. Cierro y abro. En mis párpados veo su mirada y en la pared vislumbro su sombra. Y me sorprendo pensando como algo tan surrealista puede parecerme lan real. Quizás pase demasiado tiempo evadiéndome en bucólicos lugares que sólo existen en mi mente y en alguna entrelínea de algún poeta del Romanticismo. Esos rincones en los que siempre me refugio, soñando, soñando. En el metro. En clase. En la cafetería. En la calle. En el sofá. En la cocina. En la estación. En la ducha. Sueño con los ojos de mi sombra, esa sombra que aparece cuando hay fuertes tormentas en mi cabeza...
              

domingo, 15 de enero de 2012

ta bouche



je me suis trompée


Mi cabeza estaba a punto de explotar. No quería hablar con ella, pero no me iba a dejar marchar.
- Te digo que ¡no puedo etar enamorada de él! ¡Si lo estuviera, no habría manera de entenderlo! – Chillé, soltando mi brazo de las garras de sus manos.
- ¡Por eso, joder!- Contestó muy enfadada- ¿Qué mierda crees que es el amor? Es algo inefable, abstracto. Absurdo, ¿no ves? Causa peor dolor de cabeza que las matemáticas porque a diferencia de ellas, no tiene solución exacta. A menudo no la tiene y punto. –hizo una breve pausa y volvió a mirarme a los ojos con el ceño fruncido- ¿No lo entiendes, dices? ¡Bien! Explícame, cuéntame, dime, ¿cómo entiendes que estar entre sus brazos te reconforte tanto y en los de cualquier otro amigo no? ¿Cómo explicas el quedarte embobada estudiando sus labios, explorando sus mejillas, observando su barba? ¿Cómo se entiende que lo eches tanto de menos? – Bajé la mirada, intentando esconderme de su mirada inquisitiva- No hay respuesta. Es inexplicable, incomprensible. Tan impreciso como el ritmo de los latidos de tu corazón cuando te mira fijamente a los ojos.
Se hizo el silencio. Sabía que me miraba con enojo, pero me negaba a levantar la cabeza. Sólo se oía su respiración fuerte y acelerada, que fue bajando su ritmo a medida que se tranquilizaba. Volvió a hablar, con un tono de voz algo más suave y tierno.
- Si esperabas un consejo, una solución… No sé qué decir. Ve y bésalo simplemente. No pierdas más tiempo. Que no te atrape el pánico. Sí, igual que empezarás una relación la acabarás. Es algo inevitable, es la vida. Pero debes afrontar la realidad. Deja de ser la presa favorita del miedo que siempre te acecha. Acepta lo que sientes y madura, sigue adelante. Porque te costará horrores seguir manteniendo frío tu corazón. Tarde o temprano los corazones se calientan y se vuelven a enamorar. Y no hay entonces hielo suficiente en el mundo para enfriar un corazón en llamas. Déjame en paz ya y ve. Sólo bésale. El resto no será fácil, pero vendrá solo. –la miré con curiosidad y algo de miedo, sin duda- Oh, no me mires así. Las relaciones no son fáciles, pero sentir sí que lo es. –Me cogió de la mano y nos sentamos- Mira, ¿verdad que sabes respirar? Entonces sabes vivir. Y vivir es saber arriesgarse. Si te pregunto si sabes arriesgarte sé cuál será tu respuesta. Pero te lo preguntaré de otro modo: ¿Sabes vivir? Demuéstratelo.

viernes, 13 de enero de 2012

-remember

Me duele la espalda. Una canción de los Foals llena de un extraño frío mi desordenada habitación. Mis pies están helados. Y mi corazón tan caliente. Y al mirarme las uñas pintadas de rojo, pienso en la película de los Amantes del Círculo Polar, sin saber muy bien por qué. "Nunca he tenido el corazón tan rojo..." Debería verla otra vez. Me gusta tanto...

Pensar que la vida no es más que eso, un sinfín de casualidades. Algunas nos acercan y otras nos alejan. Muchas ni siquiera nos tocan. Están, pero paseamos a su alrededor sin inmutarnos, como no nos damos cuenta de si hoy el cielo ha estado más azul que ayer o de si en el metro ves a la misma gente, en el mismo vagón, a la misma hora, que todos estos meses anteriores.
Vivimos a la deriva. Porque aún creyendo tener rumbo, nos perdemos. ¿Qué gracia tendría sino, la vida? Es como viajar. Adoro viajar. Viajar no es visitar todos los monumentos de una ciudad para mí, ir a lugares donde el resto de extranjeros va. Viajar es perderse en el lugar que visitas y pasar desapercibida, convertirte, durante unas horas, unos días, en un trocito del alma de esa ciudad. Claro que soy muy peculiar. 
Pienso, de repente, en aquel verano que pasé en Alemania. Miles de imágenes se cruzan, alborotadas, alteradas, excitadas, se chocan, se pierden, se confunden en mi mente. Freiburg. La catedral. Bertoldsbrunnen. La montaña a la que solíamos ir por las noches frías de julio. El lago donde probé aquel asqueroso zumo de cerezas. El cine en el que sólo se podían ver películas independientes. La estatua del cocodrilo y la promesa de volver. Las bicicletas, los tranvías, en particular el rojo, el número 2. Las babosas que llenaban el camino por las noches de vuelta a casa. La cafetería donde solíamos desayunar cuando no habíamos dormido en toda la noche y en la heladería de enfrente, donde una vez me escondí de una manifestación repentina. El suelo de piedra, de ese bonito y medieval, como el del Barri Gòtic, que resbalaba horrores cuando llovía. Las palabras son insuficientes para describir aquel lugar. Su olor, su color. La forma de las nubes cuando el cielo adoptaba colores cálidos al atardecer. Y a todo eso, suena una canción en mi cabeza. Hago raras asociaciones. Por ejemplo, no puedo escuchar Certain Romance sin evitar sentirme de nuevo atrapada en el tranvía de cristales empañados por la lluvia, que siempre nos pillaba desprevenidos.
I'm the fury, in your head... Esta canción, sin embargo, me recuerda al mar. Océano extenso y oscuro en pleno crepúsculo. La luz se apaga y sólo quedan las tímidas estrellas que se atreven a retar a las nubes que quieren esconderlas de mis ojos. No sé si  es mi imaginación o un recuerdo que no sé datar, pero la imagen es muy nítida en mi cabeza. Quizás haya sido un sueño. A menudo repito sueños. Casi nunca en un breve lapso de tiempo, más bien se repiten cada larguísimas temporadas. El mismo sueño, navego por el mar, sola, de noche. Sola, sola, y el mar me abriga. No siento el frío, pero sé que lo hace. Sin embargo, el vaivén de las olas me protege de él. Y de repente llego a una cueva. Y lo que encuentro siempre en ella depende de a qué época pertenezca a la que esté soñando. De niña soñé con ponys. Después pasé a los libros. Un día, sólo vi una sonrisa.

Ese sueño em ha intrigado siempre, y siempre lo espero con cariño. Pero es cuando no lo espero y más lo necesito que aparece. En fin, la vida es un sinfín de casualidades.

sábado, 7 de enero de 2012

beautiful


Sola. Perdida en el universo que escondo en el tejado de la casa abandonada y vieja de campo que hay detrás de la nuestra. Este silencio es tan fuerte que esnordece. Nada se mueve. Ni el viento siquiera quiere hacer bailar a las altas hierbas secas de ahí abajo. Los insectos han desaparecido, los pájaros han callado. Hace sol y el cielo está despejado, pero esta noche no podré ver las estrellas: habrá tormenta. A mi alrededor todo parece de color amarillo. Y en este árido lugar es el único en el que me podría parecer bonito ese color. Me deslizo ligeramente hacia la izquierda, sorteando las tejas rotas para esconderme de este caluroso Sol de Almería bajo la sombra del higueral en el que un día grabé mis iniciales. ¿No es extraño? Ni un alma en este paraíso. La balsa enrejada de allí, que se ve a lo lejos, tiene el agua demasiado quiera, a pesar de que esté estancada. Debería dar miedo tanta soledad. Tanto silencio, tanta nada. Y justo cuando mi piel se estremece, oigo detrás de mí el crugir de una de esas tejas en mal estado, a le vez que siento cómo tu mano se desliza sobre la mía.

- ¿Has llorado?- Preguntas antes de verme la cara.

Ojalá tuviera voz para contestar. Pero me la ha arrebatado este lugar y su soledad en la que me he ido a cobijar. Y en mis ojos lees la respuesta a tu pregunta. Trepas felinamente y sin darme cuenta mis labios ya tiemblan sobre tu cuello. Me has cogido, me agarras, me sostienes y n opuedo escapar ya de la medicina de tu abrazo. Pero no lloro. Me muerdo el labio y, tensa, cierro los puños con fuerza. Me mantengo rígida ante el olor de tu piel. Pero entonces pasas tu mano por mi pelo, hundes tus dedos en él y la dejas sobre mi nuca. Y sólo dices, mientras nos meces, "bonita, bonita, bonita..."

Y lloro. La tormenta que esperaba se anticipa en mis ojos. Te arbazo con los brazos doloridos y con cautela de no rozar mis arañazos con tu ropa.
"No mereces esto, bonita, bonita, bonita..." y sin fuerzas suspiras entre susurros, y sin resistencia, me dejo hipnotizar por el hilo quebrado de tu voz: "no mereces esto, bonita, bonita, bonita..."
  

domingo, 1 de enero de 2012

Esconder(se)


¿Y si me escondo? ¿Si cierro los ojos? ¿Me verá el mundo? ¿Sonreiré sin sonrisa al fin?
Quisiera parar de pensar. Sólo los que no piensan son felices. Pensar, pensar, pensar. Nos enseñan a pensar para tener hambre y desarrollar cosas como la tecnología a base de hacernos preguntas que parecen no tener respuesta, a base de complicar el enunciado, la situación. Pero nadie sabe aún cómo pensar a no pensar para complicarse.

Lo daría todo por parar de pensar. La gente pensaría que sería una infeliz si fuese capaz de dar todos los besos que me han hecho sonreír para parar de pensar. Pero es que así dejaría de pensar en cuánto duelen hoy esos besos. No las personas. No las relaciones. No los labios. No los cuerpos. Sólo los besos interrumpidos por una inevitable sonrisa.
Parece que últimamente sólo digo sandeces. Ni siquiera soy capaz de recrearme una historia en la que evadirme y cobijarme y sobre la que escribir, como tantas otras veces he hecho; estoy que no estoy. Seca, ausente, vacía, dejándome llevar. Y eso debería ser lo último tendría que hacer, dejarme llevar. Ya que pienso, lloro, recuerdo, sonrío, pregunto, complico, ¿no debería ser capaz de tomar las riendas de mi propia mente y evitar así dejarme influenciar por cosas superficiales, ajenas, extranjeras, lejanas incluso? No sé la respuesta a este ruido, a estas preguntas taladrantes que no cesan de zumbar en los oídos de mi mente. 

¿Y si me escondo? Podría ser más fácil. Y más ridículo. Pero más sencillo. Esconderme de este zumbido y de los recuerdos que en él resuenan… ¿Sería capaz de verme entonces el mundo si me escondiera?