Tus monstuos, mi ruido. Todo silenciado por el unánime estruendo de la lluvia británica sobre este grueso cristal Cierras los ojos, te miro. Me miras, cierro los míos. Sonreímos a caricias. Jamás fui capaz de decir tanto con tan poco. Cuando todo esto quede atrás, sólo los recuerdos me ayudarán a continuar.
Supongo que nunca sentí debilidad por o frágil lo sencillo. Y tú eres el ser más bonita y complicadamente tallado que haya podido conocer. Con tus ojos besas, con tu respiración hablas. Con tus labios acaricias y con tus manos escuchas aquello que está tan dentro de mí -en la más tenebrosa oscuridad- que ni siquiera soy yo capaz de oír.
La belleza de todo lo que nos rodea reside en su fin. ¿Por qué íbamos a ser una excepción?