domingo, 18 de septiembre de 2011

Y seré tuya, tuya, tuya... sólamente tuya.

River Flows in You, de Yiruma, en mi iPod. Si mi vida tuviera banda sonora, desearía que fuese a base de violín y, sobre todo, piano. Ojalá supiera tocarlo. Más aún que la guitarra. Es un instrumento tan dulce, tan sensible a cómo se toque... Refleja lo que se siente a través de tus dedos. Por lo que he escuchado y sé, vamos, creo que es así. Hablo desde la ignorancia, pues nunca he creído demasiado adecuado hablar subjetivamente sobre algo de lo que no has experimentado nada.

[...]

Después de haber despejado mi cama del montón de ropa que parecía esconderla, ya puedo sentarme sobre ella y arrinconarme contra la pared como siempre. Yiruma sigue conquistando mis oídos y seduciendo a mis lágrimas. Que ¿por qué lloro? Por lo de siempre. Por todo. Por nada. Porque a veces, simplemente, apetece llorar. Porque soy estúpida. Por este dulce piano. Porque las lágrimas mojan mi pelo castaño empañando mis oscurísimos ojos. Por este sentimiento de incerteza y vacío en mi interior. Porque necesito encontrarme desde hace tiempo, y sé que sólo lo haré yéndome lejos, lo más lejos que pueda. Y no hablo de distancia física, sino de alejarme de todo lo que me hace ser como soy aquí y ahora.
Lloro por la soledad. Por una soledad a la que acudo cuando sé que no hay nadie cerca de mí para hacerme sentir el amor apasionado que a veces necesito. Aunque siempre llego a la misma conclusión, debo repetirme que debería dejar de ver y leer tonterías románticas, utópicas historias de amor. Pero no puedo. Son mi evasión, mi efímera manera de tener lo que quiero, lo que necesito. Y a la mierda el mundo. Si la sociedad sucumbe al egoísta capitalismo, yo prefiero ser vítima de un agoísmo por amor que dar preferencia a la reputación, al "qué dirán", la política, las estúpidas guerras y su oro negro, el terrorismo. Todo lo que nos afecta de una manera tan indirecta que, al dinal de la vida, no suele llegar a ser más que un aspecto superficial de nuestras vivencias, memorias, de nuestro carácter y de la penitud de nuestra vida.


...

No hay comentarios:

Publicar un comentario