viernes, 18 de noviembre de 2011

hard to understand

    
¿Por qué no escribo? Los días pasan sin más, consumiéndome. Me destruyen sin darse cuenta.
Esta noche he soñado con zombis. Hacía frío. Y creo que he soñado con ellos porque ahora me parezco más a un zombi que a una persona. Camino sin pensar, presa de mi extraña rutina. Ando, como, asiento y lloro. No pienso para no decaer más. Lloro para confirmar mi vitalidad, como si haciendo algo tan absurdo y tan humano, pudiera sentirme más viva, más real. Como si, llorando, pudiera sentir. Sintiendo el picor del agua salada en mis pómulos por donde se corre el rímmel de mis pestañas, ignorando el cosquilleo de las lágrimas sobre mis tersas mejillas, tan lisas como la virgen nieve de la zona invisible de los Pirineos.

Llueve en mi ventana y sin darme cuenta estoy escribiendo, al fin. Transformando en palabras la poesía del aguanieve que apenas roza mi persiana, que cruje ante el viento que la golpea. Truenos de fondo. En el fondo de mi corazón. Alma caliente, pies fríos. Necesito ponerme calcetines, pero no quiero. Como siempre, como todo. Soy el origen y final inexistente de mis paradojas. 

El mundo está loco. Sí, vaya mundo más curioso, este en el que me ha tocado vivir. ¿Es acaso la fente que lo habita igual de curiosa? Eso no me gustaría. Si todos somos curiosos, acabamos siendo iguales, lo cual implica normalidad. Entonces todos somos curiosamente normales. Pero, ¿y si lo normal es no ser normal?

Sí, soy el origen y final inexistente de toda paradoja.

         

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