domingo, 15 de enero de 2012

je me suis trompée


Mi cabeza estaba a punto de explotar. No quería hablar con ella, pero no me iba a dejar marchar.
- Te digo que ¡no puedo etar enamorada de él! ¡Si lo estuviera, no habría manera de entenderlo! – Chillé, soltando mi brazo de las garras de sus manos.
- ¡Por eso, joder!- Contestó muy enfadada- ¿Qué mierda crees que es el amor? Es algo inefable, abstracto. Absurdo, ¿no ves? Causa peor dolor de cabeza que las matemáticas porque a diferencia de ellas, no tiene solución exacta. A menudo no la tiene y punto. –hizo una breve pausa y volvió a mirarme a los ojos con el ceño fruncido- ¿No lo entiendes, dices? ¡Bien! Explícame, cuéntame, dime, ¿cómo entiendes que estar entre sus brazos te reconforte tanto y en los de cualquier otro amigo no? ¿Cómo explicas el quedarte embobada estudiando sus labios, explorando sus mejillas, observando su barba? ¿Cómo se entiende que lo eches tanto de menos? – Bajé la mirada, intentando esconderme de su mirada inquisitiva- No hay respuesta. Es inexplicable, incomprensible. Tan impreciso como el ritmo de los latidos de tu corazón cuando te mira fijamente a los ojos.
Se hizo el silencio. Sabía que me miraba con enojo, pero me negaba a levantar la cabeza. Sólo se oía su respiración fuerte y acelerada, que fue bajando su ritmo a medida que se tranquilizaba. Volvió a hablar, con un tono de voz algo más suave y tierno.
- Si esperabas un consejo, una solución… No sé qué decir. Ve y bésalo simplemente. No pierdas más tiempo. Que no te atrape el pánico. Sí, igual que empezarás una relación la acabarás. Es algo inevitable, es la vida. Pero debes afrontar la realidad. Deja de ser la presa favorita del miedo que siempre te acecha. Acepta lo que sientes y madura, sigue adelante. Porque te costará horrores seguir manteniendo frío tu corazón. Tarde o temprano los corazones se calientan y se vuelven a enamorar. Y no hay entonces hielo suficiente en el mundo para enfriar un corazón en llamas. Déjame en paz ya y ve. Sólo bésale. El resto no será fácil, pero vendrá solo. –la miré con curiosidad y algo de miedo, sin duda- Oh, no me mires así. Las relaciones no son fáciles, pero sentir sí que lo es. –Me cogió de la mano y nos sentamos- Mira, ¿verdad que sabes respirar? Entonces sabes vivir. Y vivir es saber arriesgarse. Si te pregunto si sabes arriesgarte sé cuál será tu respuesta. Pero te lo preguntaré de otro modo: ¿Sabes vivir? Demuéstratelo.

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