Aprendemos a tener miedo desde pequeños. Algunos lo superan,
otros muchos apenas lo sienten. Pero la gran mayoría lo siente al acecho, día
tras día, sobre sus hombros. Desde el temor más ridículo hasta el más
justificado, desde el terror de quedarse sin casa, familia, y llegar a la
desgracia, hasta el simple detalle imperceptible de no saber si sonreír o no a
esa persona con la que, sin conocerla, te pasarías horas hablando.
El mundo no va bien. ¿Acaso alguna vez lo ha ido? Y eso
explica el estrés, las crisis, las fobias, todo lo que acumulamos en nuestro
interior y que no todos somos capaces de exteriorizar. Las enfermedades del
nuevo milenio, decían. Y así crecemos, cada uno con sus preocupaciones, según
su edad, su estilo de vida, su nivel económico, su educación, su residencia.
Quién sabe cuáles serán las verdaderas variables que determinarán si una
persona será atrevida o miedosa.
Yo, por ejemplo, soy miedosa. Tengo miedo a la oscuridad,
terror a los insectos, siento repugnancia hacia la sangre. ¿Suena a tópico,
verdad? Es posible. Pero, por encima de todo, tengo miedo a no superar los
miedos más superficiales que me acechan en el día a día. ¿Dejaré algún día de
ser vergonzosa? ¿Por qué no hago lo que quiero si lo tengo delante de mis
narices? ¿Seré capaz de enfrentarme algún día a esa persona? ¿Seré capaz de
besar a aquella otra?
A veces soy tímida. De pequeña lo era mucho, muchísimo. Pero
con el tiempo he aprendido a superar la timidez en muchas situaciones. Me gusta
saber de la gente, acercarme a ella y tratar de conocerla. Saber qué opinan,
qué esperan. Me gusta descubrir las vidas de las personas. Qué piensan, qué
sienten, qué viven. Sin embargo, en muchas otras ocasiones de las anteriormente
nombradas, la vieja costumbre me supera. ¿Y si algún día encontrase alguien a
quien vale la pena realmente hablar? ¿Te puede gustar alguien sin saber quién
es? ¿Se puede ser capaz de saber si alguien encajará contigo sólo con la rutina
que compartís? ¿Cuánto se puede saber de alguien basándose solamente en sus
gestos, su mirada, y esas palabras contadas que cruzáis por cortesía en su
trabajo? Y, si la encuentras fuera del ámbito usual, te paralizas, dejas de
verla como una persona normal para verla como la persona que podría ser. Y eso
es lo peor. Pensar en quién puede convertirse alguien sin saber cómo es.
Al final, acaba resultando lo mismo. El miedo vence. El
miedo a un simple saludo que resulte en la total indiferencia, el miedo a un
hilo de voz roto que presagie torpeza. El miedo con el que vivimos siempre y
que se acaba apoderando de tu vida diaria.
Y yo pregunto, ¿cómo vencer ese miedo? No el miedo a
hablarle a alguien por primera vez. No el miedo a perder el trabajo, ni el
miedo a morir. El miedo a vivir. Porque, reconozcámoslo, eso es lo que más nos
aterra de todo, como bien dice el poema de Eduardo Galeano…
“El hambre desayuna miedo. El miedo al silencio aturde las
calles. El miedo amenaza:
Si usted ama, tendrá sida.
Si fuma, tendrá cáncer.
Si respira, tendrá contaminación.
Si bebe, tendrá accidentes.
Si come, tendrá colesterol.
Si habla, tendrá desempleo.
Si camina, tendrá violencia.
Si piensa, tendrá angustia.
Si duda, tendrá locura.
Si siente, tendrá soledad.”
Si fuma, tendrá cáncer.
Si respira, tendrá contaminación.
Si bebe, tendrá accidentes.
Si come, tendrá colesterol.
Si habla, tendrá desempleo.
Si camina, tendrá violencia.
Si piensa, tendrá angustia.
Si duda, tendrá locura.
Si siente, tendrá soledad.”
Cada vez que lo leo, pienso, ¿hace falta decir algo más? Y a
la vez me aturde el pensamiento de cómo nosotros mismos creamos nuestros peores
miedos. Nosotros, la sociedad, un término que engloba una idea abstracta de la
cual siempre nos quejamos pero de la cual también formamos parte. Y con ello no
quiero decir que esté a favor de fumar ni del cáncer. Quiero decir que, a
menudo, guiamos más nuestras acciones por miedo a las consecuencias, que
tendemos a ver negativas, que no por la satisfacción que nos puedan dar en el
acto. “Si duda, tendrá locura. Si siente, tendrá soledad”. Si vive, tendrá
miedo.
Ey! Muchas gracias por pasarte por mi blog ^^ Cuanta razón llevas aqui eh.. Así, para que lo sepas, a mi tambien me da miedo la oscuridad ;)
ResponderEliminarTe sigo, un beso.
Gracias a ti por el comentario! :)
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