lunes, 27 de agosto de 2012

Sobre lo dicho y lo no dicho

Sabés
dijiste
nunca
nunca fui tan feliz como esta noche.
Nunca. Y me lo dijiste
en el mismo momento
en que yo decidía no decirte
sabés
seguramente me engaño
pero creo
pero ésta me parece
la noche más hermosa de mi vida.


Este es mi poema preferido de una de mis autoras favoritas, Idea Vilariño. ¿Por qué? Tiene algo, una esencia terriblemente melancólica y real que me hace sentirme identificada con él. ¿Cuántas veces callamos esas palabras que, ahogadas en nuestros labios, pelean con todas sus fuerzas para salir? ¿Cuántas veces las callamos creyendo tener mil motivos para hacerlo cuando, en realidad, no hay ninguno?

En mi caso, siempre me gana el miedo. Me enseñaron a ser demasiado prudente y he aprendido a silenciar muchas preguntas curiosas por miedo a las reacciones. Siempre me dijeron que era tímida. Y he cambiado, pero ese pánico en mí que, durante tres segundos me bombardea a preguntas y reproches después de haber dicho algo que sentía que no debía, aún persiste.

Es por eso quizás que he aprendido el poder del silencio. Tengo un profesor en la universidad que nos decía que lo no dicho es tan poderoso como lo dicho. Yo casi diría que incluso más. Una mirada, puede decir el "lo siento" que los labios no saben pronunciar de tanto que tiembla su voz. Una sonrisa torcida puede revelarte si esa eprsona realmente está bien o miente. El simple tacto de una mano sobre las tuyas puede decir mucho más que las palabras que tenemos para comunicarnos, puede ser capaz de expresar palabras aún inexistentes.

La comunicación es algo asombroso. ¿Habéis estudiado alguna vez a la gente en el metro? Desde que este año me paso casi una hora y media en él entre la ida y la vuelta de la universidad, se ha vuelto uno de mis pasatiempos favoritos. Si os fijáis atentamente, casi todos callan. Y, contra más atestado está el metro, más silencio hay. Y, en lo cerca que sostiene una mujer un libro de su cara se puede adivinar cómo de sumergido en su lectura está. En el rubor de un chico podéis saber si mira a la chica de al lado o piensa en algo en especial. En los lentos parpadeos de la gente podéis averiguar cuál es su grado de cansancio... Y, día tras día, en la rutina, con la misma gente, acabas sabiendo más de ellos por haber callado que por haber hablado.




¿Quién dijo que las palabras tenían todo el poder?




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