En un banco. Donde siempre. Frente al mar, en el puerto. El agua refleja los destellos de esta ciudad nocturna bajo la madera, a mis pies.Hay viento y la humedad no tardará en calarme los huesos. Pero necesitaba volver aquí, lugar maldito, lugar secreto, donde tantas veces soñé llorarte y tantas otras realmente lo hice.
El repiqueteo de los barcos, a merced del viento y marea, parece una triste melodía compuesta de más ruido, de cláxons y motores, de gente susurrando, riendo, de cámaras haciendo fotos, de gaviotas gaznando las buenas noches. Quizás alguien a mis espaldas inmortalice este momento. Y yo nunca lo sabré, jamás descubriré que fui la protagonista de una melancólica fotografía en aquel viaje del aventurero que se dispuso a dar la vuelta al mundo.
Estebanco es como tantos otros. Y sin embargo, lo siento muy mío. Yo también le hice una foto en el pasado, aquella en la que salían dos bobos enamorados. Dos bobos de setenta años cogidos de la mano.
El dulce e humeante olor a gofres me hace salivar y mi estómago ruge con ternura. Sabe que no debe molestar, que suficiente tengo con la coraza de melancolía que aísla mi corazón. ¿Cçomo lo sé? Los síntomas son claros: sensación de soledad, ahogo, ojos rojos, miedo hasta en las piernas, vacío en el estómago, manos frías y mente soñadora.
Algún día volveré a compartir este banco con alguien. Quizás un desconocido que se siente a leer un rato. O quizás... Quizás sólo sea el viento.
Sólo puedo decir: ¡uau!
ResponderEliminarMenudo texto y menuda foto. Me ha dejado con melancolía.
¿Te gusta? :)
EliminarLa verdad es que ayer cuando lo publiqué aún no estaba muy convencida... gracias por el comentario! :3