Tu tacto, tus besos. El silencio de tu sonrisa y tus ojos cerrados. Las conversaciones de nuestras caricias. Todo lo que callan mis lavios, todo lo que escucha tu mirada y leen tus manos. Barcelona en diciembre de repente no es tan fría si tu recuerdo late en mi cabeza. Pero hoy llueve. Ciudad mediterránea, cruel te vuelves. Me acostumbré a disfrutar de este tiempo atrapada en tus brazos.
Y lo peor no es el frío, no es el silencio esordecedor. Lo peor no son los días que cuento hasta que llegue de nuevo nuestro momento.
Lo peor es sentirme otra, la que tú hiciste de mí, pero sin ti. Lo peor es saber que esto es sólo el principio de muchos más jueves con tu memoria en mis sienes y la lluvia en mi pelo.
El miedo, siempre al acecho. Todo lo que me enseñaste aprendiendo de mí. Tus dedos en mi piel, tu respiración dormida. Lo peor no es la distancia, no es el tiempo. La parte tuya en mí que ahora se siente vacía. Lo peor de días así no es la melancólica incerteza. Lo peor de siempre, de mí, soy yo.
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