lunes, 12 de mayo de 2014

Ares

La censura de nuestros cuerpos es más que un concepto. Es un suceso en sí, tan palpable que es capaz de abofetearte en ciertos momentos. Es el miedo urgente y emergente a tocarte y a la vez, el terror a alejarte de alguien a quien hace tiempo dejaste marchar.

La censura somos nosotros, privándonos de nuestros deseos e instantes, prohibiendo a nuestra carne el mero hecho de ser lo que es. La censura empieza dentro, muy dentro de nosotros, emerge en nuestros labios, manos, a través de nuestros besos y acciones, y, paradójicamente, se extiende cada vez más en cuanto más límites halla en su camino.

La censura de nuestros cuerpos está aquí, ahora, en tus órganos y también bajo mi piel. Es lo que me impide ahora besarte con ferocidad y lo que te impide a ti salir por esa puerta y agarrar con rabia los sueños que llevan años persiguiéndote secretamente a plena luz del día.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario