Hay veces en las que no te entiendes con alguien. Porque te intimida,
porque le gustas demasiado. Pero algo no encaja, y tú lo sabes. Y sientes
miedo, el mismo miedo de siempre, el que sólo parece esfumarse
durante un beso terriblemente tierno que te hace fundirte, pero al instante
siguiente sigues sintiendo su presencia, ahí, a tu lado, bien cerca de tu
corazón helado. Pero, ¿qué puedes hacer?
Dicen que esconderse no es de valientes. ¿Y si no sabes cómo luchar?
¿Y si, de hecho, no sabes contra qué
luchar? Porque, en el fondo, el miedo siempre está ahí, acechándote... Lo
único que sabes es que del miedo no puedes escapar.
Y tú, callada muchacha de ojos tristes, sigues sellando tus
labios con ese beso sabor a miel que intenta borrar las palabras, pero en no
poder, las silencia, las calla, las esconde... Y no entiendes nada.
De hecho, no sabes si quieres entenderlo, si hay algo si quiera que entender.