domingo, 30 de octubre de 2011

Divorciada de la normalidad.


¿Por qué tengo ganas de llorar? Todo parece ir bien. Hago fluir estas palabras sin saber muy bien por qué. ¿Por qué, de repente, siento este vació dentro de mí? Me acecha, es como un miedo que me apuñala en el estómago, eriza la piel de mi espalda y sube hasta mi garganta. Es como un grito ahogado en mi boca que suena y resuena, y chilla, pero sólo lo oyen mis sordos oídos. Siento ganas de escapar. ¿De qué? Es que ni siquiera lo sé. Estoy confusa en un momento de mi vida en el que todo parece ir bien. ¿Soledad? Ah, mi fiel compañera. Pero esta vez es diferente. Quizás ya me he acostumbrado a esa sensación que me desgarra el alma y ahora sólo oigo los ecos mudos de mi dolor. Me paso el día de aquí a allí, sin saber dónde voy sabiendo aún y así a dónde me dirijo. Supongo que ese es mi problema. Voy a la deriva, mis pies caminan, pero mi corazón quedó perdido en el sanatorio una de las veces que lo llevé para que encontrasen una cura. Puede que no la hubiese y que estuviese tan roto, tan confuso, tan loco, que lo tirasen a la basura. Ya no era un corazón bonito. ¿Y quién no quiere un corazón bonito?


      

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