lunes, 6 de junio de 2011

amargo

Una canción rota de una autora cualquiera, coja y desconocida. Un suspiro en la ventana, una lágrima en su mejilla. Varios pestañeos que acaban agotando los párpados de una triste muchacha... Oscuridad. Ventana, patio interior, gris, nubes. Una gélida bisa que le acaricia la suave tez; un cotilla, un admirador secreto que jamás será descubierto. Otro suspiro, cino lágrimas más. Un pañuelo en su mano fría como el hielo. Una pared llena de fotos, vivencias, momentos y recuerdos; casi todos dulces, en buena y agradable compañía. ¿Y qué hay más triste que un recuerdo feliz en la más absoluta y patética soledad?

Un portazo en el piso de al lado, mil pensamientos interrumpidos. Gritos lejanos de un padre atormentado, una hija estresada, despesperada y embarazada. Un pared blanca, que da al piso de donde provenía el portazo; una mesita de noche llena de polvo. Un gran armario, más pared, más fotos... más lágrimas. Y un espejo. Su reflejo. Una chica con ojos rotos y sonrisa extinta, unos pómulos que le escuecen a causa de su máscara de pestañas corrida.

Un rostro pálido, manchado de negro, empapado. Unos labios redondos, carnosos y vírgenes, privados aún de su primer beso. Un cuerpo sin alma, un alma sin amo, un alma solitaria, una soledad triste; una tristeza reflejada en un cuerpo sin alma, alma sin ama, alma femenina, alma solitaria y desvanecida.

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