domingo, 25 de noviembre de 2012

Carta al astro rey

Buenos días Sol,

Esta mañana, como cada día, has venido en mi búsqueda. Malditos sean tus rayos. Hacía frío, y yo me escondía bajo las sábanas. Pero tu luz no tiene límites en este lugar, y la tela parece quererse empapar de ti.

Esta mañana, como siempre, me escondía de ti. No entiendes que no te quiero, que me gusta dormir, que es a la hiriente Luna a quien yo anhelo cada despertar. Aunque tener un piso en un viejo edificio sin persianas no actúa a mi favor.

Cuando has aparecido, esta mañana, invadiendo mis pupilas, todavía sonaba alguna extraña melodía de un sueño astral en mi cabeza. Era un piano. Pero tu luz lo ha borrado, se ha esfumado. Como el aire que contaminas.

Por qué no entiendes, que no quiero que vengas a buscarme. Que deseo la noche eterna, en la que mi reflejo no aparezca en ningún espejo. Aunque también es verdad, que sin ti la Luna no podría brillar.

Pero no me dejo engañar. Hechizas al mundo con tu poder, pero yo soy más fuerte. Y por eso huyo de ti y me refugio en los días de lluvia. ¿Es que no entiedes, que ya no te quiero?

El parquet seguía frío a pesar de tus esfuerzos, cuando me deshice del edredón. Y el piso gélidamente desierto. No habría sentido tanta soledad si no te hubieras molestado en iluminar cada rincón de este vacío lugar.

Mañana intenta llover. Vivir en el sur de Europa no me hace bien.

Nos vemos al amanecer.

                                                           A.

1 comentario:

  1. Yo en cambio siento la soledad en la noche de una manera más profunda.

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