La parte más difícil del día es la noche. Es entonces cuando la pesadez del madrugar se evapora y no importa cuán larga se haya hecho la jornada.
Llegar a casa, prepararme alguna bebida caliente y sentarme en la cama, esperando.
Miro el móvil a cada sorbo, con ansia, de reojo, siempre esperando un mensaje tuyo. Una disculpa, un reproche. Qué más da. Verte cada día se vuelve insuficiente. Eres la droga más vital a la que jamás me hubiera podido aficionar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario