Te echo de menos. Y me da miedo. Me oculto, me escondo en esta habitación que me ahoga menos que la vida real. Mis labios siguen como vírgenes desde la última vez. Y no puedo dejar de imaginar las yemas de tus dedos sobre ellos...
Qué extraño lugar, este mundo. Nada que
nadie no haya descubierto ya. Un planeta lleno de gente que viene a
sufrir, amar, sonreír y pasar miedo. Temor como el que yo siento ahora
porque me faltes tanto que tu ausencia se marque fuerte en mi pecho.
¿Por qué no paro de dibujarte en mis sábanas vacías? Soñándote cada vez
que miro la pared. Queriéndote sin quererte. Olvidándote cada vez que
vuelvo a recordarte. ¿Por qué siento este impulso, estas ganas tan
grandes de gritar un "te quiero"? No te voy a engañar. Hace más de dos
años que no pronuncio esa frase. Y sin embargo, ahí sigue, sin poder
huir, atascada en mi garganta.
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