lunes, 2 de mayo de 2011

¿Cómo se puede echar tanto de menos algo que nunca tuviste?

 
Me gustaría escuchar canciones melancólicas que me recordasen a ti, a un tiempo mejor. Me gustaría tener recuerdos de tus manos sobre mi espalda desnuda, desearía tener grabados en mi mente momentos efímeros a tu lado. Tardes en la playa, bailes al son de nuestros latidos, veranos que nos deshidrataban tanto que nos volvíamos insaciables el uno del otro.

Me gustaría pensar que todo lo que ahora aparece por mi mente es verdad. Recuerdos de un verano entre olas y sonrisas, entre suspiros y caricias. Quiero poder pensar en ti y llorar con una sonrisa en mis labios al recordar un dulce momento que se vuelve en agrio porque no sucede en el instante presente. Quiero enamorarme otra vez. Sentir ese amor tan real y verdadero, como el que describen Bécquer, Moccia o Neruda. Me gustaría sentirte tan dentro de mí que me faltara el aire si al no verte todavía te sintiera como una parte más de mí, como un miembro fantasma.

Querría poder recordar noches infinitas de risas y bebidas, tardes al sol entre amigos, tiempo de verano. Vestidos vaporosos y largos, víctimas de tus traviesas perversiones. Cuellos salados, besos mojados. Mirarnos a los ojos y olvidarnos de si hace frío o calor. Sentir incluso frío a cuarenta grados cuando, con el roce de tu lengua sobre mi pecho, mi piel se estremeciera. Quiero días a tu lado, por si no lo he dejado claro. Quiero que me ames en una terraza sin que nos vean las plantas exóticas que nos rodeen. Deseo el deseo que me come si no estás.

Quizás tanta idealización se deba al deseo fuerte de sentir algo tan real que duela otra vez y por fin. Quizás se deba a que quiero que llegue el verano para olvidarme de toda esta vida de estudiante que pronto cambiará mucho a la vez que no cambiará nada.  Quizás se deba a que deseo sentir. Sentirte. Sentir amor. Sentir un corazón, sentir tu sonrisa.

Sentir mi corazón palpitar al escuchar una canción italiana.

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