sábado, 23 de abril de 2011

El tiempo que querría...


Paseo por la ancha avenida que cruza mi ciudad sin esperar nada de este día gris que tanto me gusta. La gente odia este tiempo, pero a mí me encanta. Adoro caminar bajo la lluvia fina de un día como el de hoy en el que poca gente se atreve a salir a la calle. Camino sin rumbo, camino pisándole los talones al tiempo. Tiempo... El tiempo que querría, de Fabio Volo, leo en un cartel efímero que anuncia un 23 de abril mojado. El tiempo que querría, pienso... El tiempo que querría sería tiempo como éste. Tiempo para pensar en qué pienso, para no pensar en nada concreto. Tiempo que dedicarme sin pensar en ti. Tiempo que no sea este que me tortura sin saber yo porqué. El tiempo que querría, sería... ¿Para qué sería el tiempo que querría?




El tiempo que querría para pasar contigo. El tiempo a tu lado, de tu mano, entrelazados. Secuestrados por tus sábanas celestiales, embriagados de nuestros cuerpos. El tiempo lluvioso, otoñal o primaveral, para despertar a tu lado y quedarme ronroneándote al oído...

El caminar ala deriva me ha llevado a uno de mis rincones preferidos. Simple, sencillo, me enamora. Un pequeño descanso de aire limpio en medio de la urbe. Un amanecer de fuentes y plantas, un lugar con mis escondites donde sentarme a pensar más en ti.

Y sigo pensando... El tiempo que querría para explorar el mundo contigo atado a mi sonrisa, el tiempo que añoro para llevarte a escondites míos. Entre ellos, este paraíso urbano, un oasis de cascadas y selvas que me purifica del deseo de soledad que me invade el alma desde hace muchos, largos, eternos meses... Meses en los que el tiempo no pasa. Tiempo que querría para que este tiempo se pasara.


Descubro un banco frente un pequeñísimo estanco y bajo árboles que me protegerá de lluvia ahora que se intensifica y que yo voy sin paraguas. Me sumerjo en esta vegetación mediterránea y me dejo envolver por los sonidos de los animales que me rodean... De repente, me siento obervada. Una ardilla me mira curiosa, quizás esté adivinando mis pensamientos. Supongo que en sitios como éste es imposible esconder algo en la mirada.

El tiempo empeora... o mejora, según cómo se mire. No truena, pero llueve cada vez más fuerte. El tiempo enloquece a los pájaros que oigo a mi alrededor... El tiempo que querría para cantarte como estos pájaros que se quejan de la llovizna encima de mí. El tiempo que echo de menos para ser tu manta de días fríos como hoy, y emborracharte a besos de fresas y caricias de nata; el tiempo que me falta para estar a tu lado.



El tiempo que pasa sin yo conocerte. El tiempo que me duele porque no sé si ya te conozco. O quizás te conozca sin conocerte. El tiempo que querría para no sumergirme en estas paranoias. El tiempo que me tiene atrapada en una selva de pensamientos... El tiempo en el que no me pregunto cómo serás, sino cómo sería el tiempo contigo. El tiempo traicionero que me taladra, preguntándome si volveré a ser capaz de enamorarme y amar al fin. De alguien, de cualquiera, del primero que pase. De ti. El tiempo que se detendría si fueras tú mi abrigo en este viernes secreto de lluvia.


El tiempo que querría no tener para no pensar que todavía no te tengo... El tiempo que querría para no preguntarme si quiera si te tendré algún día.

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