martes, 12 de abril de 2011

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Me mira. Lo sé y lo siento. Noto su mirada penetrante sobre mi tez morena. Las pestañas enmascaran unos ojos brillantes y oscuros, almendrados. Intenta leer, pero sin querer la mirada se le escapa hacia la ventana. Mira el mar. Parece anhelarlo y jugar con un sueño mediterráneo en su mente. Está triste, se nota. Está sola también, su alma está perdida como la mía, y me parece tan vulnerable… Desearía llegar a su lado de un salto para abrazarla y protegerla de todo y de nada a la vez. Darle mi consuelo y recibir consuelo mutuo a la vez. Secar las lágrimas invisibles que golpean su mejilla, cristalinas como el mar. Hundirme en sus labios rosados y morir dulcemente, ahogado en ellos…  Distraída entre ojeada y ojeada se recoje la melena. Me la imagino meciéndose sobre la piel desnuda de su espalda, bailando al son de una brisa salada y me excito.
Quisiera tener el valor suficiente para acercarme y decirle todo lo que me hace sentir. Desearía no sentirme atrapado por el miedo de los prejuicios sociales y susurrarle al oído que todo lo que he buscado y necesito lo he encontrado en una canción.


Continuará...
(Para leerla desde el principo, clikad sobre la etiqueta "Historia del Tren")

1 comentario:

  1. Me encanta.. es.. Muy profundo.. Me ha hecho acordarme de muchos momentos felices.. pero bueno, eso era otro tiempo.
    Me encanta tu blog!

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